Ep 2: Me quiero ir, pero ¿hacia dónde?

Después de haber tomado la decisión de irme de Ecuador, me quede considerando una pregunta que parece simple, pero es demasiado compleja: ¿a dónde voy?

Uno pasa su vida en el país que le vio crecer sin cuestionarlo; se imagina trabajar, comprar una casa, formar una familia y jubilarse sin pensar un solo momento que las cosas podrían ser diferentes.

Solamente cuando te pones a pensar en hacer tu vida en otro país te das cuenta de lo grande que es el mundo y de las diferentes vidas que podrías vivir. ¿Sería más feliz en la sociedad ordenada de Alemania? ¿Con el rico clima de Australia? ¿Me adaptaría a la cultura de Japón?

En mi caso, mi primer reflejo fue pensar en Estados Unidos como destino ideal, ya que era el único país donde había vivido y trabajado por varios meses, además contaba con un buen dominio del idioma.

Lastimosamente, las opciones para ese país eran nulas en mi caso: no había ningún empleador que me auspicie, el programa de lotería de visas en ese año no estaba abierto para Ecuador y personalmente, no buscaba contraer matrimonio con alguien de este país con vías a obtener una visa, por lo que lo descarté.

En segundo lugar pensé en Brasil, pues mi mente me decía que era una economía fuerte, pero sin el idioma e investigando más a profundidad, también lo descarté. 

Y en general, no quería quedarme en otro país latinoamericano. 

Con estas opciones descartadas y después de mucha investigación, decidí empezar el proceso de aplicación a Nueva Zelanda.

¡Un país hermoso, seguro, de habla inglesa y, aunque lejano, parecía la oportunidad perfecta! Hice el test de la página oficial y excedía de largo el puntaje mínimo requerido. Sin embargo, al empezar el trámite formal, me golpeo la realidad: de los 140 puntos requeridos para aplicar, apenas llegaba a 135 puntos, por lo que las posibilidades, el esfuerzo y los costos simplemente no valían la pena para tan pocas posibilidades de éxito.

Conforme pasaba el tiempo, mi frustración seguía creciendo porque, a pesar de que sabía que podría ser útil en otro país y tener mejores oportunidades, sentía que mis ventanas se estaban cerrando una tras otra.

Antes había investigado sobre Canadá (excepto Quebec) y mi carrera no estaba en demanda por lo que ni siquiera decidí intentarlo. Lo mismo pasó con Australia y la Unión Europea, por lo que empezaba a resignarme a quedarme en mi país bonito, pero con las desventajas que trae el «tercer mundo».

Después de la decepción de Nueva Zelanda y haber tomado una pausa en mi búsqueda, decidí investigar más y esta vez, encontré una oportunidad en Canadá a través de la provincia de Quebec. Debo reconocer que al principio, no me llamaba para nada la atención por ser una provincia francohablante, pero al ser mi única y gran oportunidad, decidí empezar el proceso.

Esta historia de migración e ilusiones comienza un 20 de abril, 2014.

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